domingo, 26 de enero de 2014

3. De vuelta en casa

Capítulo 3: A Chile los pasajes

  Eran las doce del día y recién despertaba después de seis horas de sueño. La noche anterior había sido complicada entre nuestro grupo de amigos y terminamos durmiendo nada que ver de como nos habíamos organizado. El desayuno ya había terminado hace rato y con la Aldu no probamos ni un bocado. Recuerdo haber despertado a eso de las diez con la alarma del celular y haberle preguntado a mi nueva compañera de pieza si prefería seguir durmiendo o ir a comer. Claramente dormir en esas camas de plumas francesas era mucho mejor que desayunar. Así que luego de dormir ese par de horas hasta las doce, nos levantamos. Mientras la Aldu se duchaba yo bajé a conversar con la María. En mi camino pensaba en la mala suerte de no haber hecho nada divertido la noche anterior, la mala suerte de no haber podido conocer más a Luisa. Llegué al primer piso y al acercarme a la entrada del hotel la vi a ella y a María cómodamente sentadas en unos sillones conversando. Las saludé y me dijeron que me habían echado de menos en el desayuno, pero luego de explicarles nuestra decisión, lo entendieron.
- Bueno- dijo Luisa- ahora voy a ir a conocer Lima con Tom y un amigo suyo que es peruano. Así que nos vemos a la vuelta.
- Qué entrete- dijo María con un tono que parecía que no le interesaba en ese momento.
- Ya po, nos vemos a lo que vuelvan.
Y se fue. Recuerdo haberme puesto un poco celoso. "Va a pasar todo el día con ese Tom y yo aquí, queriendo acercarme a ella. Ya, perdí la oportunidad. Nada que hacer" pensé. Y salimos con María a conversar hasta que Aldu estuvo lista para el almuerzo.

  Comimos pasta la Aldu y yo. Pape y María iban a bajar después porque habían desayunado a más no poder (era desayuno buffet) e iban a descansar un rato más. Ambos estábamos hambrientos, por lo que pedimos todo lo que nos pudiesen traer. En la televisión estaban mostrando el desfile de fiestas patrias peruanas.
- ¿Qué hacemos? Quedé con ganas de carretear.
- Cachemos si hay algún lugar cerca donde comprar pos, si ayer nos dijeron que había.
- Sí, María me dijo que al frente habían unos almacenes, que había ido con Luisa en la mañana a buscar una farmacia. Parece que ahí venden copete.
- Vamos po, pero me quedan como diez soles no más.
- Filo, hacemos una vaca y compramos entre todos.
Ya habíamos terminado de comer cuando bajaron los dos que faltaban. Le contamos de nuestro plan y estuvieron de acuerdo. Todos habíamos quedado con las ganas y la noche anterior nos tenía a todos queriendo emborracharnos. Así que juntamos soles y partimos a comprar con la Aldu. Cruzamos la calle frente al hotel y fuimos a un par de almacenes preguntando por pisco, la bebida sabor cola que nunca falla y unas cervezas. Ya con nuestro botín volvimos al hotel, subimos al piso nueve y salimos a la terraza. El día estaba nublado y al frente había una banda de bomberos celebrando el día nacional. Empezamos con unas piscolas mientras aún no llegaba la otra dupla. Y fue entonces cuando nos vino a la mente una cosa que nunca habíamos hecho a pesar de que era una de nuestras ideas favoritas: una fiesta de batas. La idea era que, sin esa prenda, no se podía participar en la fiesta. Fuimos corriendo a nuestra habitación por las batas, nos las pusimos y volvimos a salir. Así estábamos, de lo mejor, cuando subieron María y Pape, quienes no tenían bata porque su habitación no las traía. No me acuerdo cómo, pero llegó un momento en que tuvimos que ir a comprar más, entonces juntamos las llaves de las habitaciones y las mezclamos. Aquel que sacara una de las dos llaves de la habitación mía y de la Aldu se ganaba una de las dos batas. Por suerte no perdí la mía cuando salimos a comprar con Pape. Cruzamos, compramos y volvimos. Al llegar a la terraza seguía la conversación sin nosotros y también el carrete, el que se prolongó otro largo rato más hasta que de pronto llegó Luisa.

  Faltaba poco para que llegara el taxi por nosotros y seguíamos bebiendo. Le dimos a probar piscola a nuestra nueva amiga. Al parecer estábamos demasiado curados y no nos dábamos cuenta de lo fuerte que estábamos tomando, porque no le gustó para nada. Y ya que faltaba poco para irnos, con Pape nos fuimos a dar un baño de tina, que fue un plan que teníamos pendiente. Ahí quedaron las tres niñas bebiendo y conversando. "Lo siento niña mexicana, los amigos son primero" pensé mientras caminaba con un pequeño vaivén detrás de Pape. Fuimos a la habitación, quedamos en boxers y cada quien con su Cuzqueña en la mano tuvimos una charla de hombre a hombre en esa tina compartida (en la cual cabíamos los dos sin mucho esfuerzo). Se acabaron nuestras cervezas y eso significaba que era tiempo de prepararnos para ir al aeropuerto. Nos vestimos, arreglamos nuestras cosas y cada quien se despidió por su cuenta de esas maravillosas habitaciones. Bajamos, hicimos el check-out y fuimos a esperar junto al taxi-van que ya había llegado. Nos sentamos en las escaleras del hotel y, como ya estábamos prendidos y teníamos la guitarra, nos pusimos a cantar. Luisa estaba ahí también, solo faltaba Tom, quien estaba solucionando un tema de unas llamadas telefónicas. Lo esperamos bastante tiempo, pero no supimos cuánto fue por lo bien que lo estábamos pasando. Al final nos subimos todos (y me aseguré de subirme al lado de Luisa esta vez) y partimos al aeropuerto.

  Llegamos justos de tiempo y aún seguíamos borrachos. Las niñas fueron a fumarse un último cigarro antes del vuelo y con el Pape entramos directamente a dejar nuestras maletas. No supimos nada más ni de Tom ni de Luisa. No sé cómo lo hicimos, según yo ya se me había pasado un poco lo borracho, pero miraba a Pape tambalearse y sabía que todavía estábamos cocidos como papa. Superamos la prueba de pasar nuestro equipaje, ahora solo faltaba pasar por policía y llegar a nuestro avión. Pero había un problema, ¿dónde están las niñas? Salimos a buscarlas pero no las vimos, volvimos a entrar y no estaban. Las llamamos al celular, nada. Estuvimos como media hora desesperados por no saber si habían pasado o si seguían afuera. Al final entraron, les dijimos que corrieran, pasaron su equipaje y corrimos a policía. Como era de esperarse, pero ninguno de nosotros lo imaginó, había una cantidad enorme de gente. Nos pusimos en dos filas distintas en caso de que una fuese más rápido que la otra y justo la mía y de María fue la elegida, entonces Aldu y Pape se salieron de la suya y se colaron con nosotros.
- Lo siento señor, venimos todos juntos y nuestro vuelo está por salir.
- Y a mi qué me importa, tienen que hacer la fila igual, estamos todos en la misma.
- Es que venimos todos juntos.
- No me importa, tengo mi derecho por haberme puesto en la fila y...
- Es que, ¿le digo algo? Andamos juntos, los cuatro.
El señor seguía manifestándonos su molestia y su derecho de que respetaran su turno. Yo intentaba ser un poco más diplomático, pero me di cuenta de que daba igual, ya se habían colado y la técnica de la Aldu podría ser un poco menos ortodoxa, pero nos daba tiempo. Su forma de lidiar con el señor era básicamente darle el mismo contraargumento, pero introducido de forma distinta, a cada argumento que le daba el caballero. "Pero esque parece que no entiende... Vamos todos juntos", "Espere, es que... andamos juntos, los cuatro", "No, no, es que vamos todos juntos", "Pero señor, si vamos juntos", "Es que... vamos juntos" "Señor, nosotros... venimos juntos". Notable, realmente notable. Al final mi preocupación por el enojo del señor pasó a ser una risotada interna.

  Pasé primero por la cara parca y la inspección visual del policía y estába listo para correr cuando me detiene otro policía y me dice "Señor, acompáñeme. Tengo que hacerle una inspección personal". "Aaaa la conch... Aquí cagué, me quedé abajo del vuelo" pensé inmediatamente. "Señor, mi vuelo está por salir, ¿tiene que hacerlo?" "Es procedimiento de rutina, salió seleccionado al azar. No es mi cupa que esté tan atrasado. Vamos, mientras antes terminemos, antes puede ir a tomar su avión". Me hizo pasar a un pequeño cuarto con unas máquinas extrañas. Tomó mis datos, mi pasaporte, mi carné y me hizo poner en la máquina. Me hizo pasar hacia el frente, hacia el lado, me pasó un detector de metales por todo el cuerpo. Al final me miró con cara de sospecha, pero me dio de vuelta todas mis cosas y agarrándome el pantalón (ya que el cinturón lo llevaba en la mano) corrí a encontrarme con mis amigos. Por suerte aún no terminaban los otros de pasar por policía y una vez estuvimos todos listos, corrimos como si no hubiese un mañana. Creo que llegamos al último llamado, pero lo logramos.

  Entramos al avión y vi a Luisa, la saludé con la mano y una sonrisa y seguí a mi asiento que estaba unas filas más atrás. Ahí los cuatro, agitados por la corrida y aún borrachos, nos sentamos y pudimos relajarnos. Bueno, hasta que empezó a volar el avión. No supe cuándo, pero en algún minuto me quedé dormido. Desperté solo con la comida que nos estaban sirviendo. Fue un buen vuelo, a pesar de un par de turbulencias y el mareo propio del alcohol en mi sistema. Al final llegamos a Chile y nos dispusimos a buscar nuestras maletas. Y aunque ya había encontrado la mía seguía buscando, pero la buscaba a ella, a Luisa. Se supone que se iba a encontrar con una amiga, así que debía estar todo bien. Nos vimos antes de pasar por el SAG, pero una vez que estuvimos afuera nos encontramos con el papá de Aldu que nos había ido a buscar. Miré para atrás, pero supongo que por las grandes maletas que traían Luisa y Elena se iban a demorar. Como nos iban a llevar a todos no podía darme la atribución de pedir que esperásemos más, así que me resigné a no despedirme apropiadamente de Luisa y nos fuimos. En el camino, sin embargo, le mandé un mensaje, ya habíamos compartido nuestros facebook en la cena de la primera noche en el hotel, por lo que no fue algo tan raro.

Una pena que no nos hayamos despedido! 
Pero bueno, espero que estés bien en tu 
nueva casa y que te guste Santiago jaja

Eso dio pie a una pequeña conversación en la que la invitación a carretear fue confirmada. Al menos por ahora seguíamos siendo sus únicos amigos chilenos. Pero ya, al fin en casa luego de nueve días en Perú, lo único que quería era ponerme cómodo y acostarme (a pesar de que esa cama del Meliá supera por muchos niveles a la mía). Con esa nueva amiga en mente y pensando en los días que vendrían, me acosté a dormir.

Continuará...




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Hola, yo de nuevo :)
Nada mucho que decir. Estoy terminando mi aplicación, pero me tenía que dar el tiempo de hacer esto también. Hoy fue la despedida de mi hermana en la casa de mis abuelos. El martes se va a Buenos Aires por un mes y medio a hacer unos cursos de lencería y no sé qué otra cosa. La voy a echar de menos :c
Pero bueno, ¡espero que les esté gustando la historia! Ya terminó la primera parte, pero aún no llego a lo más importante. Aunque, en cierto modo, todo lo que pasó fue importante. Es más, si no fuese por esa sobreventa y que todos aceptáramos lo del hotel, nada hubiese pasado. Así que, ¡gracias Avianca!
Y ahora sí que sí, si no entienden algo, quizás esto sea de ayuda: http://www.mainframe.cl/diccionario/diccionario.php

Eso, chau :D

Pato.

PD: 75 días y contando.





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