viernes, 31 de enero de 2014

Último día de Enero

  Hoy fue el último día de este mes, son once días lejos de Luisa y hasta ahora hemos reído y llorado.
Durante la madrugada (porque me dormí a eso de las cinco de la mañana) estuve averiguando cómo hacer un CV, con esto de que quiero trabajar en febrero para poder juntar plata para ir a México.

  Durante el día me dediqué a jugar Minecraft con un amigo, el Titi. No jugaba desde hace meses y han hecho varios cambios interesantes (sí, soy un poco nerd jaja). Así que en eso me entretuve bastante tiempo.

  Lo que no les había contado es que David, el roomie alemán de Luisa, se está quedando en mi casa mientras está en Santiago. Hoy tenía planeado viajar a La Serena, así que fue a comprar su pasaje como a las siete de la tarde y cuando volvió cocinó hamburguesas para mi papá, el y yo. Tenían tomate, cebolla frita, queso, mostaza y ketchup así que comimos felices. Luego mi papá consiguió con su prima que recibieran a David en La Serena y le mostraran un hostal bueno, bonito y barato donde quedarse. Así que fue a terminar de arreglar sus cosas y como a las diez se fue hacia el terminal de buses.

  Así quedamos, todo bien, hasta que me habla David por facebook diciendo que su bus lo dejó y que no habían más hasta mañana. Así que va a tener que volver aquí y estar otro día con nosotros, a ver si hace hamburguesas otra vez jajaja.

  Y bueno, esas son las aventuras del día de hoy, mañana es un nuevo día y tengo que hacer varias cosas:
1. Escribir mi CV
2. Leer el manual del nuevo consuctor para sacar mi licencia de conducir
3. Ir a Bellavista a comprar unas cosas
4. Buscar trabajo

Así que con el último día del mes, se acaban mis días de flojera.

Ah, además, envié un cuento a Santiago en 100 palabras. Es un concurso de microcuentos en el cual los ganadores son publicados en pequeños libros y en las estaciones del metro. El máximo que se pueden mandar son cinco, así que voy a seguir pensando en qué escribir para tener más posibilidades de ganar :D!
(el primer lugar gana dos millones de pesos chilenos).

El siguiente capítulo de la historia va a salir mañana, me informan que tengo hartos lectores y lectoras y que están ansiosos/as de seguir leyendo, pero si sigo así de rápido se me va a acabar el material en muy poco tiempo. Debería subir un capítulo a la semana, pero no quiero ser tan cruel. Además, este blog se llama "81 días sin Luisa", no "La historia de amor de Luisa y Pato". La idea es escribir algo todos los días, no solamente nuestra bonita historia. Perdón si estoy desilusionando a algunos, pero así son las cosas jaja.

Y eso, gracias por leer, como siempre.

Pato.

PD: Cometí un error ayer, eso que hice de lo de mover un día por escribir de noche y no se qué cosas, eso estuvo mal. Según mi cuenta atrás (cuenta regresiva) quedan 69 días y 23 horas, que es lo mismo que 70 días.
Así que, ahora sí, 70 días y contando!

jueves, 30 de enero de 2014

4. Eventos inesperados

Capítulo 4: Primera Cita

  Ya habían pasado algunos días en los que seguimos en contacto por facebook, en los cuales le tuve que enseñar cómo llamar por teléfono en Chile para pedir pizza, cuando Luisa nos pidió a los cuatro viajeros que le diésemos información sobre nuestra aventura hacia Machu Picchu. Luego de explicarle algunas cosas, como fui yo quien organizó la visita a la maravilla, Luisa me pidió que nos juntáramos para ayudarla a planear su viaje. Quedamos de vernos al día siguiente en estación Los Leones a eso de las 5:30 p.m. para ir a tomar un café y conversar. En Santiago estábamos en época de lluvia y mucho frío, por lo que se me ocurrió que un café sería el ambiente ideal para conversar, algun lugar bonito, con sillones. No tenía nada en mente, mi intención era improvisar, caminar un rato por ahí, ver un lugar que nos gustara y entrar. Además, tenía que ir a comprar unos libros, así que tendríamos tiempo de ver lugares mientras íbamos a la librería.

  El punto de encuentro era la boletería de la estación, a la cual llegué unos quince minutos antes. Estaba ansioso, sería la primera vez que estaríamos los dos solos. Pasaron diez minutos, aún no llegaba, pero todavía quedaba tiempo. Pasaron otros cinco, me empecé a preocupar. Pasaron otros diez y no aparecía. Otros diez más y ni una señal de ella. Me sentía como un tonto ahí parado, dando vueltas en círculos porque no podía estar tranquilo. Al rato me llegó un mensaje de Luisa.

PATOOOOOOO

pato pato patoooo
el cajero se quedo con mi tarjeta!


Lo que significaba que probablemente no nos íbamos a poder juntar. Me decepcioné otra vez de mi suerte, pensaba que ya no iba a resultar nada, pero luego de preguntarle si había hablado con el banco y si todo iba a estar bien, Luisa me dijo si quería ir a su departamento para conversar lo del viaje. Al principio me puse un poco nervioso, no me había preparado mentalmente para esa posibilidad, pero no me iba a negar a su invitación. Le dije que sí, que iba a comprar los libros y que luego iba. Llegué alrededor de las ocho a Santa María 571, edificio donde viviría Luisa por cinco meses.

  Subí por el ascensor al tercer piso y con una calma autoinducida toqué el timbre del 302. No recuerdo quién abrió, pero una vez adentro y ver a todos los roomies sentados en el living fue como un golpe en la cara. Creo que si hubiese sido su familia me hubiese caído de espaldas, pero como eran otros jóvenes más o menos de la misma edad no fue tan complicado aclimatarme y ponerme cómodo. Nos sentamos en la mesa del comedor y le expliqué con lujo de detalles cómo habíamos preparado nuestro viaje a Cusco.

- ¿Quieres subir a la terraza? Se ve muy bonito Santiago de noche, me gusta mucho.
- Mmm, bueno, vamos- cómo decirle que no, aunque ya había visto Santiago de noche desde una azotea y hacía frío. Pero salir de la vista de los compañeros de departamento de Luisa le ganaba a todo lo demás.
Subimos al ascensor y después de un par de palabras cruzadas quedamos en un incómodo silencio. Esos veinticuatro pisos fueron más largos que nunca, pero al fin llegamos arriba y salimos. Luisa había sido modesta en decir que se veía bonito, porque se veía espectacular. Quedé realmente sorprendido, nunca había visto Santiago así desde ese lado de la ciudad. Intenté identificar algunos edificios importantes y emblemáticos, dármelas de buen santiaguino y enseñarle a Luisa, pero parece que ella sabía un poco más que yo así que dejamos de lado el tema. Hacía mucho frío y Luisa estaba algo desabrigada, por lo que quería que se acercara a mi y poder abrazarla, pero se dedicó a tomar fotos y luego de un rato me dijo que tenía frío y que bajáramos.

  Una vez más los veinticuatro pisos del terror y la mirada indagadora de los roomies al abrir la puerta. Conversamos un poco más en la mesa y le dije por whatsapp (porque no quería que el resto escuchara) que fueramos a comer algo, pero solo los dos porque no andaba con mucha plata. Así que salimos en busca de un lugar donde cenar y como no sabía dónde podíamos ir, confié en mis instintos y caminamos hacia el centro. A unas cuadras del edificio encontramos un pequeño restaurant de comida china, que para mi era bastante flaite, pero daba igual porque hacía hambre y no tenía idea si íbamos a encontrar otro lugar donde comer. Nos sentamos frente a frente en una de las mesas y pedimos un menú para dos: carne mongoliana, chapsui de pollo, wantán y arroz chaufa. Todo un festín para Luisa, que me contó que la comida china de Tijuana era mucho peor comparada con esta y sobre todo quedó muy feliz con el wantán que no existía en su ciudad. Comimos y conversamos de los viajes, me contó del sur de México y de todo lo que hay por hacer, yo le conté un poco de lo que he visto de Chile y ya, nos quedamos sin tema de conversación.

  Luego de ese silencio incómodo que duró mucho rato de nuestra cena, pagué la cuenta y volvimos caminando a su casa. Luisa llevaba unos envases con lo que había quedado de carne y pollo para su almuerzo del día siguiente. Yo llevaba muchas ganas de que ese día no terminara. Pero llegamos a su puerta, miré la hora y era bastante tarde, apenas alcanzaba a tomar el metro para volver a mi casa. Nos despedimos en el lobby y se fue en el ascensor. Yo salí al frío del invierno santiaguino y partí hacia la estación de metro, esperando no encontrarla cerrada a esas horas de la noche. Sin haberlo planeado, sin darme cuenta, habíamos tenido nuestra primera cita y, aunque hubieron momentos incómodos, creo que salió bastante bien. Ya no podía esperar a que llegase el próximo miércoles, día en que haría un carrete en mi casa, al cual había invitado a Luisa. No lo sabía en ese momento, pero ese día que tanto esperaba marcaría un antes y un después en nuestras vidas.


Continuará...



-------

Hola, ya estoy de vuelta en Santiago, así que sigue la historia :)
Otra vez me tocó cocinar al almuerzo, así que tomé lo que quedó de los pimentónes y la cebolla, unos tomates, metí todo en una olla con un poco de aceite y lo puse a cocinar. Después de un rato con el mismo jugo de las verduras se hizo una salsa, a la cual le eché salsa de tomates pomarola y lo que quedaba de una Great Value de champiñones y no sé qué más para que tuviese más volúmen. Luego lo mezclé con salchichas cortadas en pedacitod y eso lo mezclé con pasta. Comimos de lo más bien, incluso sobró, así que le dimos los restos al perrito de la calle.


Ordenamos todo, limpiamos, cerramos la casa y ¡nos fuimos a Santiago!


Y así fueron estos tres días en Laguna con mis amigos. Lo pasé muy bien y me faltaba verlos y compartir con ellos. Ahora tengo que encontrar trabajo, ¡así que manos a la obra!

Gracias a todos por seguir leyendo :D

Pato.

PD: como estoy escribiendo en la noche, se podría decir que el día ya pasó, por lo que la cuenta regresiva avanza en un día. Así que... 70 días y contando.

miércoles, 29 de enero de 2014

Día nublado

Hoy no fue un día muy productivo. Como ayer nos dormimos a eso de las seis de la mañana, luego de cantar y reir y seguir riéndonos de puras estupideces (tanto que me llegó a dar acidez), hoy desperté alrededor de las cuatro de la tarde. Estaba nublado y un poco frío. De almuerzo comí papas fritas Acuenta y terminé de traducir una de las cartas de recomendación que necesito para mi aplicación de la universidad.



Jugamos un poco de paletas en el patio y como a las diez comimos pizzas Great Value, que compramos en el Lider (una cadena de supermercados chilena que fue comprada por Wallmart).


Luego de esto me dediqué a redactar otra de las cartas de recomendación mientras jugaba con mis amigos Metal Gear Rising: Revengeance. Pero ya, ya terminé, así que ahora a disfrutar lo que me queda de vacaciones.

A propósito de vacaciones, postulé a un trabajo en el cine que queda cerca de mi casa, así que si me contratan no voy a tener vacaciones en febrero. Pero como la plata que junte va a ser para mi viaje a México, felizmente voy a trabajar en vez de estar tirado en mi cama o perdiendo el tiempo.

Además, voy a seguir aprendiendo Python, que es un lenguaje de programación muy popular para hacer juegos. Así que esperen y verán un juego hecho por mi :D

Y eso por ahora, ya no me aguanto las ganas de que pasen rápido estos meses para llegar a ver a Luisa!
Pronto seguirá la historia, chau.

Pato.

PD: 72 días y contando.


 PD2: Algunas de las imágenes usadas en esta entrada son de otras fuentes.

martes, 28 de enero de 2014

Otro día en la playa

Hola! Otra vez no voy a continuar con la historia.
Lo que pasa es que, como estoy en la playa con mis amigos, no puedo concentrarme.
Empecé el día muerto de la risa con mis amigos, puro webeo todo el día.
Hoy me tocó cocinar a mi, así que hice arroz con pimentón verde y rojo y cebolla. Salchichas pulpito y huevo frito. No le saqué fotos a la comida, porque como teniamos hambre servimos los platos y a comer!


Ahora estamos empezando a jugar Arkham Horror, un juego de mesa que, según lo que contaron, dura entre dos y cuatro horas (aunque la primera vez que lo jugaron demoraron seis).



En otras noticias, ya envié mi solicitud. Solo falta un par de cosas por hacer y ya, a esperar la respuesta de la universidad.
Pronto seguiré con la historia. En el siguiente capítulo Pato y Luisa preparan su primera cita, pero un evento inesperado cambiarán todos sus planes.

Eso, espero que esten muy bien!

Pato.

PD: 73 días y contando. Te extraño mucho Luisa :c

Edit: Nos demoramos cinco horas en terminar el juego. A pesar de que estaba bastante bueno, más de cuatro horas hace que todos pierdan el interés. Entonces, cuando terminamos, para reivindicarnos nos pusimos a jugar Sing Star Canciones Disney.



lunes, 27 de enero de 2014

Cinco meses

Hoy no seguiré con la historia.
Hoy es un día especial: se cumplen cinco meses desde que empezamos a pololear con Luisa.
Y a pesar de que me pone triste pensar que estamos tan lejos en este momento, estoy muy feliz de que esa niña tan hermosa haya entrado en mi vida. Nunca lo esperé, nunca pensé que me iba a enamorar tanto. Pero aquí estoy, amándola a la distancia con todo mi corazón. Arreglé con Annie que le diera una sorpresa y me hubiese encantado ver su cara al recibirla. Por mi parte, este no es un día de llorar, es un día de celebrar que aunque hayan miles de kilómetros entre nosotros, nos seguimos amando.
Así que para celebrar (y para no estar tan triste) vine a la playa con unos amigos :)
Tenemos copete y juegos clásicos, perfectos para esta fiesta.
En otro tema, mi aplicación está casi lista, solo falta un par de traducciones y ya.
Así que todo va viento en popa, vamos bien bien.
Te amo Luisa Verdee, gracias por entrar a mi vida y sobre todo, gracias por quedarte.
¡Nos veremos pronto!




Pato.

PD: 74 días y contando.

domingo, 26 de enero de 2014

3. De vuelta en casa

Capítulo 3: A Chile los pasajes

  Eran las doce del día y recién despertaba después de seis horas de sueño. La noche anterior había sido complicada entre nuestro grupo de amigos y terminamos durmiendo nada que ver de como nos habíamos organizado. El desayuno ya había terminado hace rato y con la Aldu no probamos ni un bocado. Recuerdo haber despertado a eso de las diez con la alarma del celular y haberle preguntado a mi nueva compañera de pieza si prefería seguir durmiendo o ir a comer. Claramente dormir en esas camas de plumas francesas era mucho mejor que desayunar. Así que luego de dormir ese par de horas hasta las doce, nos levantamos. Mientras la Aldu se duchaba yo bajé a conversar con la María. En mi camino pensaba en la mala suerte de no haber hecho nada divertido la noche anterior, la mala suerte de no haber podido conocer más a Luisa. Llegué al primer piso y al acercarme a la entrada del hotel la vi a ella y a María cómodamente sentadas en unos sillones conversando. Las saludé y me dijeron que me habían echado de menos en el desayuno, pero luego de explicarles nuestra decisión, lo entendieron.
- Bueno- dijo Luisa- ahora voy a ir a conocer Lima con Tom y un amigo suyo que es peruano. Así que nos vemos a la vuelta.
- Qué entrete- dijo María con un tono que parecía que no le interesaba en ese momento.
- Ya po, nos vemos a lo que vuelvan.
Y se fue. Recuerdo haberme puesto un poco celoso. "Va a pasar todo el día con ese Tom y yo aquí, queriendo acercarme a ella. Ya, perdí la oportunidad. Nada que hacer" pensé. Y salimos con María a conversar hasta que Aldu estuvo lista para el almuerzo.

  Comimos pasta la Aldu y yo. Pape y María iban a bajar después porque habían desayunado a más no poder (era desayuno buffet) e iban a descansar un rato más. Ambos estábamos hambrientos, por lo que pedimos todo lo que nos pudiesen traer. En la televisión estaban mostrando el desfile de fiestas patrias peruanas.
- ¿Qué hacemos? Quedé con ganas de carretear.
- Cachemos si hay algún lugar cerca donde comprar pos, si ayer nos dijeron que había.
- Sí, María me dijo que al frente habían unos almacenes, que había ido con Luisa en la mañana a buscar una farmacia. Parece que ahí venden copete.
- Vamos po, pero me quedan como diez soles no más.
- Filo, hacemos una vaca y compramos entre todos.
Ya habíamos terminado de comer cuando bajaron los dos que faltaban. Le contamos de nuestro plan y estuvieron de acuerdo. Todos habíamos quedado con las ganas y la noche anterior nos tenía a todos queriendo emborracharnos. Así que juntamos soles y partimos a comprar con la Aldu. Cruzamos la calle frente al hotel y fuimos a un par de almacenes preguntando por pisco, la bebida sabor cola que nunca falla y unas cervezas. Ya con nuestro botín volvimos al hotel, subimos al piso nueve y salimos a la terraza. El día estaba nublado y al frente había una banda de bomberos celebrando el día nacional. Empezamos con unas piscolas mientras aún no llegaba la otra dupla. Y fue entonces cuando nos vino a la mente una cosa que nunca habíamos hecho a pesar de que era una de nuestras ideas favoritas: una fiesta de batas. La idea era que, sin esa prenda, no se podía participar en la fiesta. Fuimos corriendo a nuestra habitación por las batas, nos las pusimos y volvimos a salir. Así estábamos, de lo mejor, cuando subieron María y Pape, quienes no tenían bata porque su habitación no las traía. No me acuerdo cómo, pero llegó un momento en que tuvimos que ir a comprar más, entonces juntamos las llaves de las habitaciones y las mezclamos. Aquel que sacara una de las dos llaves de la habitación mía y de la Aldu se ganaba una de las dos batas. Por suerte no perdí la mía cuando salimos a comprar con Pape. Cruzamos, compramos y volvimos. Al llegar a la terraza seguía la conversación sin nosotros y también el carrete, el que se prolongó otro largo rato más hasta que de pronto llegó Luisa.

  Faltaba poco para que llegara el taxi por nosotros y seguíamos bebiendo. Le dimos a probar piscola a nuestra nueva amiga. Al parecer estábamos demasiado curados y no nos dábamos cuenta de lo fuerte que estábamos tomando, porque no le gustó para nada. Y ya que faltaba poco para irnos, con Pape nos fuimos a dar un baño de tina, que fue un plan que teníamos pendiente. Ahí quedaron las tres niñas bebiendo y conversando. "Lo siento niña mexicana, los amigos son primero" pensé mientras caminaba con un pequeño vaivén detrás de Pape. Fuimos a la habitación, quedamos en boxers y cada quien con su Cuzqueña en la mano tuvimos una charla de hombre a hombre en esa tina compartida (en la cual cabíamos los dos sin mucho esfuerzo). Se acabaron nuestras cervezas y eso significaba que era tiempo de prepararnos para ir al aeropuerto. Nos vestimos, arreglamos nuestras cosas y cada quien se despidió por su cuenta de esas maravillosas habitaciones. Bajamos, hicimos el check-out y fuimos a esperar junto al taxi-van que ya había llegado. Nos sentamos en las escaleras del hotel y, como ya estábamos prendidos y teníamos la guitarra, nos pusimos a cantar. Luisa estaba ahí también, solo faltaba Tom, quien estaba solucionando un tema de unas llamadas telefónicas. Lo esperamos bastante tiempo, pero no supimos cuánto fue por lo bien que lo estábamos pasando. Al final nos subimos todos (y me aseguré de subirme al lado de Luisa esta vez) y partimos al aeropuerto.

  Llegamos justos de tiempo y aún seguíamos borrachos. Las niñas fueron a fumarse un último cigarro antes del vuelo y con el Pape entramos directamente a dejar nuestras maletas. No supimos nada más ni de Tom ni de Luisa. No sé cómo lo hicimos, según yo ya se me había pasado un poco lo borracho, pero miraba a Pape tambalearse y sabía que todavía estábamos cocidos como papa. Superamos la prueba de pasar nuestro equipaje, ahora solo faltaba pasar por policía y llegar a nuestro avión. Pero había un problema, ¿dónde están las niñas? Salimos a buscarlas pero no las vimos, volvimos a entrar y no estaban. Las llamamos al celular, nada. Estuvimos como media hora desesperados por no saber si habían pasado o si seguían afuera. Al final entraron, les dijimos que corrieran, pasaron su equipaje y corrimos a policía. Como era de esperarse, pero ninguno de nosotros lo imaginó, había una cantidad enorme de gente. Nos pusimos en dos filas distintas en caso de que una fuese más rápido que la otra y justo la mía y de María fue la elegida, entonces Aldu y Pape se salieron de la suya y se colaron con nosotros.
- Lo siento señor, venimos todos juntos y nuestro vuelo está por salir.
- Y a mi qué me importa, tienen que hacer la fila igual, estamos todos en la misma.
- Es que venimos todos juntos.
- No me importa, tengo mi derecho por haberme puesto en la fila y...
- Es que, ¿le digo algo? Andamos juntos, los cuatro.
El señor seguía manifestándonos su molestia y su derecho de que respetaran su turno. Yo intentaba ser un poco más diplomático, pero me di cuenta de que daba igual, ya se habían colado y la técnica de la Aldu podría ser un poco menos ortodoxa, pero nos daba tiempo. Su forma de lidiar con el señor era básicamente darle el mismo contraargumento, pero introducido de forma distinta, a cada argumento que le daba el caballero. "Pero esque parece que no entiende... Vamos todos juntos", "Espere, es que... andamos juntos, los cuatro", "No, no, es que vamos todos juntos", "Pero señor, si vamos juntos", "Es que... vamos juntos" "Señor, nosotros... venimos juntos". Notable, realmente notable. Al final mi preocupación por el enojo del señor pasó a ser una risotada interna.

  Pasé primero por la cara parca y la inspección visual del policía y estába listo para correr cuando me detiene otro policía y me dice "Señor, acompáñeme. Tengo que hacerle una inspección personal". "Aaaa la conch... Aquí cagué, me quedé abajo del vuelo" pensé inmediatamente. "Señor, mi vuelo está por salir, ¿tiene que hacerlo?" "Es procedimiento de rutina, salió seleccionado al azar. No es mi cupa que esté tan atrasado. Vamos, mientras antes terminemos, antes puede ir a tomar su avión". Me hizo pasar a un pequeño cuarto con unas máquinas extrañas. Tomó mis datos, mi pasaporte, mi carné y me hizo poner en la máquina. Me hizo pasar hacia el frente, hacia el lado, me pasó un detector de metales por todo el cuerpo. Al final me miró con cara de sospecha, pero me dio de vuelta todas mis cosas y agarrándome el pantalón (ya que el cinturón lo llevaba en la mano) corrí a encontrarme con mis amigos. Por suerte aún no terminaban los otros de pasar por policía y una vez estuvimos todos listos, corrimos como si no hubiese un mañana. Creo que llegamos al último llamado, pero lo logramos.

  Entramos al avión y vi a Luisa, la saludé con la mano y una sonrisa y seguí a mi asiento que estaba unas filas más atrás. Ahí los cuatro, agitados por la corrida y aún borrachos, nos sentamos y pudimos relajarnos. Bueno, hasta que empezó a volar el avión. No supe cuándo, pero en algún minuto me quedé dormido. Desperté solo con la comida que nos estaban sirviendo. Fue un buen vuelo, a pesar de un par de turbulencias y el mareo propio del alcohol en mi sistema. Al final llegamos a Chile y nos dispusimos a buscar nuestras maletas. Y aunque ya había encontrado la mía seguía buscando, pero la buscaba a ella, a Luisa. Se supone que se iba a encontrar con una amiga, así que debía estar todo bien. Nos vimos antes de pasar por el SAG, pero una vez que estuvimos afuera nos encontramos con el papá de Aldu que nos había ido a buscar. Miré para atrás, pero supongo que por las grandes maletas que traían Luisa y Elena se iban a demorar. Como nos iban a llevar a todos no podía darme la atribución de pedir que esperásemos más, así que me resigné a no despedirme apropiadamente de Luisa y nos fuimos. En el camino, sin embargo, le mandé un mensaje, ya habíamos compartido nuestros facebook en la cena de la primera noche en el hotel, por lo que no fue algo tan raro.

Una pena que no nos hayamos despedido! 
Pero bueno, espero que estés bien en tu 
nueva casa y que te guste Santiago jaja

Eso dio pie a una pequeña conversación en la que la invitación a carretear fue confirmada. Al menos por ahora seguíamos siendo sus únicos amigos chilenos. Pero ya, al fin en casa luego de nueve días en Perú, lo único que quería era ponerme cómodo y acostarme (a pesar de que esa cama del Meliá supera por muchos niveles a la mía). Con esa nueva amiga en mente y pensando en los días que vendrían, me acosté a dormir.

Continuará...




-------

Hola, yo de nuevo :)
Nada mucho que decir. Estoy terminando mi aplicación, pero me tenía que dar el tiempo de hacer esto también. Hoy fue la despedida de mi hermana en la casa de mis abuelos. El martes se va a Buenos Aires por un mes y medio a hacer unos cursos de lencería y no sé qué otra cosa. La voy a echar de menos :c
Pero bueno, ¡espero que les esté gustando la historia! Ya terminó la primera parte, pero aún no llego a lo más importante. Aunque, en cierto modo, todo lo que pasó fue importante. Es más, si no fuese por esa sobreventa y que todos aceptáramos lo del hotel, nada hubiese pasado. Así que, ¡gracias Avianca!
Y ahora sí que sí, si no entienden algo, quizás esto sea de ayuda: http://www.mainframe.cl/diccionario/diccionario.php

Eso, chau :D

Pato.

PD: 75 días y contando.





sábado, 25 de enero de 2014

2. Misma aventura, nuevos personajes

Capítulo 2: Meliá

  Cachai, weon, wea, al tiro, piscola, mote con huesillo, empanada, nuestra conversación con Luisa fue como una pequeña guía para el extranjero en camino a la jungla chilena de palabras que significan todo y, a la vez, no significan nada. Se notaba en el rostro de nuestra nueva amiga que no entendía nada, tanto por las palabras nuevas, como por lo rápido que hablábamos (y lo mal articulado, por lo demás). A veces se quedaba mirando completamente confundida, por lo que repetíamos pero con palabras más ortodoxas y un poco más lento. Sin embargo, si iba a quedarse en Chile por seis meses tenía que aprender, y qué mejor que aprender ya. Y como mis amigos y yo somos tan buena onda, no le dimos mucha ventaja y seguimos hablando en nuestra lengua cotidiana como si ella ya fuese una de nosotros.
- ¿Oye y teni familia o amigos en Chile?
- No, voy sola, así, a la vida. Y si no fuera por esto tendría que quedarme 24 horas en el aeropuerto de Santiago, porque hice mi reservación mal en el hostal y no tenía dónde dormir esta noche.
- Uuuh. ¡Entonces somos tus primeros amigos chilenos!
- Jaja, sí, son los primeros chilenos que conozco.
- Qué suerte entonces, de coincidir en el mismo vuelo y que todos aceptáramos lo del hotel.
- Sí, bacán, te vamos a invitar a carretear cuando estemos en Chile.
- Oye, pero igual carretiemos ahora en el hotel po. ¡Hay que celebrar!
- ¿Que es ca-rre-tear?
- Es, este, fiesta, jaja. Ir de fiesta, o salir a una disco, o juntarse con amigos a tomar. Nosotros hacemos más eso, carreteamos entre nosotros en la casa.
- ¿En sus casas? Oooh, nosotros nunca hacemos eso, siempre vamos a algún lugar.
- Noo, en Chile es muy común carretear en casas.
- Sí, de hecho, si quieren podemos hacer un carrete en mi depto cuando volvamos. Le voy a preguntar a mi papá.
- Pero no el mismo día.
- No. ni cagando, después. Ahí nos ponemos de acuerdo. Y estás invitada Luisa.
La invitación estaba hecha, ahora solo faltaba que le hubiésemos caído bien y que quisiera seguir siendo nuestra amiga. El único problema sería que se haciera tantos amigos en la universidad que se olvidara de nosotros.

  Estábamos en lo mejor de la conversación cuando otra señorita de la aeronlínea se acerca a nosotros y nos dice que Luisa tiene que ir con ella al taxi. ¿Y nosotros? "Todavía están procesando sus papeles, luego los van a venir a buscar". Así que nos despedimos y se fueron. También se fue el otro hombre que había firmado contrato. Pasó un largo rato antes de que vinieran a hablar con nosotros de nuevo. "Ya, están listos los papeles. Pueden ir los cuatro, solo tienen que firmar aquí". Nos miramos y a todos nos salió una risa nerviosa, todavía no podíamos creer lo que estaba pasando. Tuvimos que esperar otro rato más, como el doble que el anterior y luego nos vino a buscar una señorita muy simpática con cara de estar estresada con todo el trámite. "Síganme, vamos a retirar sus maletas y sus voucher" y partimos. Fuimos por unos pasillos que seguro ni el Papa podría pasar. Seguridad por aquí, por allá, prohibido el paso, solo personal, yo me empecé a preocupar porque en algún momento algo sospechoso nos iban a encontrar y algo malo ibamos a haber hecho y a la cárcel no más, sin preguntas ni llamadas telefónicas. Pero parece que en Perú no son así. Salimos al pasillo por el que habíamos entrado a la zona de embarque internacional y bajamos al primer piso. Ahí tuvimos que esperar más a que la asistente fuese por nuestras maletas. "Pobre" pensaba, "va a tener que hacer todo sola, si tan solo nos dejaran pasar sería mucho más fácil". Pero el hombre que controlaba el paso de la gente de un lado al otro del hall de entrada no dejaba pasar ni a las señoras en silla de ruedas. O creo que sí, creo que dejó pasar a una, pero a una no más. La cosa es que tuvimos que esperar de nuevo y al rato la vemos venir de lejos con un carrito con todas nuestras cosas y unos tickets en la mano. "Estos son sus voucher y aquí están las maletas. El taxi está afuera, vamos". Así que tomé el carrito y nos fuimos en busca del taxi.

  Salimos y parece que a todos los taxis les habían avisado que estábamos buscando uno, porque casi se nos abalanzaron encima ofreciéndo sus servicios. Que no, que no, decía la señorita que nos llevaba y como nosotros la seguíamos a ella, decíamos lo mismo. Hasta que se cruzó con uno y le preguntó algo. "No, no sé, por allá debe estar pe" y le indicó una dirección. Seguimos avanzando y claro, hacia allá era, pues se acercó rápidamente el chofer a ayudarnos con las cosas. "Suban, suban, yo arreglo las maletas" dijo como todo buen taxista que conoce mejor su máquina y sabe cómo hacer caber un montón de maletas. Pero no era un taxi como el que esperaba, era más bien una van. Abrimos la puerta y ¡sorpresa! ahí estaba nuevamente Luisa y el otro tipo, que luego supimos que se llamaba Álvaro pero le dicen Tom. Como teníamos que seguir esperando nos pusimos a cantar con el Pape, la María y la Aldu. No era la primera vez, antes y durante el viaje ya habíamos practicado algunas canciones de Queen que nos salían bien y esas nos pusimos a cantar. Y finalmente llegó el chofer con otras dos muchachas. Ambas subieron adelante y cuando les preguntamos sus nombres supimos que no andaban con ganas de hacer amigos, o al menos no querían que nosotros, cuatro mochileros y los otros dos que venían en la parte de atrás fuesen sus amigos. Me dio un poco de pena, la verdad, porque una de ellas que se notaba más tímida y tierna sí parecía querer compartir con nosotros. Seguramente la otra era como la "jefa" y se hacía todo lo que ella mandaba, sólo por tener carácter más fuerte y dominante. "Somos de México" dijo la pesada. "¡Yo también! Soy de Tijuana" dijo Luisa alegre de compartir esta aventura con sus compatriotas. "Nosotras del D.F." y ahí se acabó la conversación. Por lo que entendí luego, eran cuicas y se creían el hoyo del queque. En fin, el chofer puso la radio y seguimos cantando hasta que llegamos al hotel.

  Conchesumadre el hotel. Definitivamente cinco estrellas, si es que no más. De partida me sentía totalmente incómodo, olía mal, mi ropa estaba sucia y además no era ropa muy adecuada para ese nivel de lujo. Pero al final me dio igual, nos habíamos "ganado" esa noche en ese hotel de lujo y ya estábamos ahí, a disfrutar se ha dicho. Luego de llenar unos papeles, cada quien se fue a su pieza, la Aldu con la María, yo con el Pape y la Luisa a la suya. Nos iban a dar de cenar, por lo que quedamos de vernos cuando bajáramos. Subimos con el Pape y no lo podíamos creer. Una cama como de cinco plazas para cada uno, todo limpiecito, un baño espectacular, ¡agua caliente! Si hasta un escritorio tenía la pieza por si necesitábamos cerrar algún negocio con el presidente. Se pasó. Dejamos las cosas, nos lavamos un poco y bajamos. Fuimos al comedor y ahí nos sentamos los cinco que ya nombré y Tom. Nos ofrecieron un par de platos distintos, ya que la cocina estaba funcionando sólo para nosotros. Comimos, conversamos, nos reímos y fuimos conociendo más a los dos extranjeros con los que compartíamos la mesa. Tom es colombiano, trabaja en Chile desde hace unos años y andaba de vacaciones viendo a su familia en Colombia. Dijo que quizás le harían problema en el trabajo por volver un día después, pero al final le dio lo mismo como a todos nosotros. Después de comer le preguntamos al garzón si sabía dónde conseguir pisco, porque queríamos celebrar nuestra suerte y enseñarle a Luisa lo que era una piscola, pero nos dijeron que estaba todo cerrado, lo que no era nada raro porque eran cerca de las dos de la mañana. Al final nos despedimos y cada uno fue a su habitación. "Puta la wea" pensé, "quería carretear con ella y conocerla más". Pero ya que el carrete había funado, nos fuimos a la habitación con el Pape y decidí darme una relajante ducha en ese maravilloso baño. Lo que no sabía era que el relajo se me quitaría con lo que vendría más tarde esa noche.


Continuará...



-------

Hola, yo de nuevo. Segunda parte de esta aventura en la que conocí a Luisa, mi polola hermosa <3
Para los que todavía no se dan cuenta, le puse código de colores a los diálogos para que se note bien quién dice qué (porque personalmente de cuando en cuando me surge esa duda en algunos libros). Los personajes dignos de un color son Luisa, Aldu, Pape, María y Pato (o sea, yo). Además, para aquellos que leen desde México, si no entienden una frase o una palabra, no duden en googlearla para entender mejor :D
A manera de blog, porque no quiero que sea solamente la historia, me falta poquito para terminar mi aplicación para la University of Southern California. Espero que salga todo bien para poder ir a estudiar a Los Angeles :D

Eso, ¡gracias por leer!

Pato.

PD: 76 días y contando.

viernes, 24 de enero de 2014

1. Cliché

No hay otra forma de comenzar este blog que con una romántica historia de amor.

Capítulo 1: Sobreventa

  Todo comenzó el día 28 de julio de 2013 en el aeropuerto Jorge Chávez, en Lima, Perú. Mis amigos María, Aldu, Pape y yo estábamos haciendo una escala desde las 17:15 hasta las 22:15 para seguir nuestro viaje a Santiago. Ya se acercaba la hora de abordar, por lo que nos sentamos cerca de la puerta de embarque a esperar que nos llamaran. El tiempo pasaba lentísimo debido al cansancio que traíamos de un viaje de ocho días por Cusco y Machu Picchu. Mirab a mis amigos y no sabía cuál estaba más chato, es más, creo que Pape, con su polera y pantalones de rayas (que parecía pijama) estaba dormitando con los ojos cerrados detrás de sus lentes oscuros. Una semana durmiendo en hostales sin agua caliente y con olor a meado nos tenía agotados esperando por volver a la comodidad de nuestras casas. En ese estado de estupor estábamos cuando escuchamos por el alto parlante decir que el vuelo 7625 hacia Santiago de Chile estaba sobrevendido. "Por favor, aquellos pasajeros que quieran negociar una compensación debido a este invonveniente, sean tan amables de acercarse a la puerta de embarque". No puede ser, pensé, qué mala suerte. Seguro nos iban a cambiar a otro vuelo dos horas más tarde y nos iban a dar como compensación un sandwich de pan con queso y jamón. No señor, yo me voy en este vuelo, lo compramos con suficiente anticipación como para que nos dejen abajo.

  En esa actitud me encontraba cuando veo pasar una muchacha de unos veinte años que llamó mi atención. Pelo oscuro, morena, camisa de mezclilla sobre una polera negra y minifalda, se acercó a la señorita que estaba esperando voluntarios. De pronto María me mira con una cara entre sorpresa, emoción y felicidad. "Vamos, vamos a preguntar" dijo, pero yo ya estaba con la idea de no ceder ante la tiranía de la aerolínea. "¡Voy sola entonces!" se paró y se acercó a la señorita de la aerolínea y la muchacha de minifalda. De brazos cruzados estaba contemplando esta escena cuando María se da vuelta hacia nosotros y nos hace gestos para que fuésemos rápidamente con ella. Algo muy bueno debe ser para que se ponga así, pensé, así que me levanté y fui a ver qué pasaba. Al llegar junto a ellas vi a la muchacha firmando unos papeles y cerrando el trato con la asistente de vuelo. Mientras tanto, María nos explicaba en voz baja que habían dicho algo de un hotel cinco estrellas y comida gratis y no sé qué cosas más. "Explíquenos, por favor, de qué se trata" le dije a la señorita vestida de rojo. "Debido a la sobreventa de su vuelo, Avianca les ofrece cambiar su boleto para el vuelo de mañana a la misma hora. Esta noche dormirán en el hotel Meliá Lima de cinco estrellas. Un taxi vendrá por ustedes al aeropuerto y los traerá mañana para su vuelo. Además, en el hotel recibirán gratis la cena de hoy, el desayuno y el almuerzo de mañana. Además, la aerolínea les hará entrega de un voucher por 250USD para que vuelen con nosotros dentro del plazo de un año." Estábamos boquiabiertos, era como un sueño hecho realidad. Los cuatro teníamos una sonrisa de oreja a oreja. "Lo vamos a conversar, gracias" dije a la señorita.
- Weón, qué onda. No puede estar pasando esto. La cagó.
- Bien María, qué bueno que viniste a cachar qué estaban ofreciendo.
- Hay que hacer esta wea - dijo la Aldu peinándose su mechón naranja que con la emoción ya le cubría casi toda la cara- No podemos ser tan weones de rechazarla.
- Sí, nicagando diría que no. Habría que ser muy weon jajaja.
- Es cierto, Pape, pero lo único es que nuestros viejos se van a enojar por llegar un día después. Pero en verdad no me importa, hagámoslo.
- Sí, démosle, me importa un pico que se enojen.
- La Aldu tiene razón, no seai mamón Pato, digamos que sí.
- Ah, pero antes de eso hay que preguntar si hay cuatro cupos. O somos todos o no es nadie.
Todos miramos a Pape después de que dijo estas palabras. Tenía razón, la oferta era increíble, pero si no la disfrutábamos todos, no la disfrutaría nadie. Nuestro viaje había sido todos juntos y así iba a seguir siendo hasta que volviéramos a Santiago. Todos estuvimos de acuerdo y nos acercamos nuevamente a aeromoza que estaba esperándonos.

  Mientras nos poníamos de acuerdo, otra persona también se había acercado y para cuando nos decidimos, ya estaba firmando el contrato. Era un hombre joven, sobre los veinticinco, no muy alto, moreno, de gafas que se notaba decidido y tranquilo. Esperamos que se retirara y fue nuestro turno. "Mire señorita, aceptamos el cambio de vuelo. La única condición sería que vayamos los cuatro juntos. Si no es así, no aceptamos". La negociación había comenzado. La asistente se aproblemó un poco, ya que la condición era bastante exigente y nuestra determinación estaba clara. "Voy a preguntar si hay cupo para los cuatro, les avisaremos en unos minutos". Ya teníamos la mitad del trabajo hecha, solo faltaba que nos confirmaran. Mi sonrisa no se borraba con nada y a veces me venía una risilla nerviosa que delataba mi emoción. Nos fuimos a sentar en el mismo lugar en que estábamos antes y luego nos paramos y comenzamos a buscar cómo comunicarnos con nuestras familias. Buscamos wifi para avisar por mail, pero en el café donde había cobraban un millón de pesos por un vaso de agua, y sin consumir no se podía usar el internet, así que decidimos usar el roaming y llamar directamente. Como el roaming también es carísimo, llamé a mi hermana que era la que iba a entender más rápido. "Aló, Ángela, hola. Oye, resulta que sobrevendieron mi vuelo así que me cambiaron para otro mañana a la misma hora. Avísale al papá y a la mamá. ¡Chau!" menos de un minuto duró la llamada.

  Aún no se me borraba la sonrisa de la cara cuando llegué a nuestros asientos nuevamente. Ahí ya estaban Pape y María conversando tranquilamente con la muchacha morena que fue la primera en firmar el contrato.
- Hola- dije mientras me sentaba.
- ¡Hola!- dijo alegremente
- Es mexicana y va de intercambio a Chile. ¿Qué vai a estudiar?
- Esteee, cine, pero en México estudio una carrera que se llama ingeniería en diseño gráfico digital.
- ¿Ah?
- Jajaja, tiene que ver con todo lo que es diseño en la computadora, programación web, diseño web, animación y todas esas cosas.
- Aah, bacán, mi hermana estudia diseño- dije tratando de hacerme el interesante.
- Ah, qué bien. Pero yo soy programadora, osea, sé muchas cosas de diseño digital por la carrera, pero lo que más me gusta es programar.
Guau, le gusta programar y a mi también, ¡qué coincidencia! En ese momento estaba totalmente interesado en saber más sobre ella.
La última en llegar a sentarse fue Aldu.
- ¿Cómo te fue?
- Bien, no se enojaron, mi papá se rió y casi que me felicitó.
- Jajaja, viste, si a mi me dijeron lo mismo.
Mientras hablaban, Aldu miraba a la muchacha mexicana esperando una explicación.
- Es nuestra nueva amiga, es de México.
- Uuh, ¿de qué parte?
- De Tijuana.
- ¡La raja!
- Oye y... ¿cómo te llamai?.
- Luisa.


Continuará...


-------

Hola, estimado lector.
Primero que nada, gracias por darte el tiempo de leer este blog dedicado a mis 81 días lejos de mi polola.
Esta primera entrada es la primera parte de nuestra historia de amor. Parece ser muy cliché, como el guión de una película romántica barata, en que se conocen en el aeropuerto y se enamoran. Bueno, es algo así.
Es una historia real, solo que como pueden imaginar no es exactamente como todo ocurrió. Perdón a mis amigos involucrados, Aldu, María y Pape por si hay detalles que cambié, la verdad es que no me acuerdo 100% de cómo fue todo jajaja.
Como lo dice el nombre del blog, son 81 días en que vamos a estar separados, así que por cada día tengo planeado hacer una entrada. Lamentablemente este es el cuarto día desde que se fue, así que serán menos de 81 entradas. Pero bueno, así es como a uno se le ocurren las cosas, nada que hacer.
Espero que les guste esta historia que acabo de empezar y que les guste lo que venga después, una vez que termine de escribirla :)

Eso no más por ahora!

Pato.

PD: 77 días y contando.